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jueves, 20 de febrero de 2014

Review 4x10: "Inmates" (Reclusos)

https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhuVnaxqHV9p4CHZZTE9w5L1qLEtaq7i0F1UaGJtknmEiNts7NiXyfj5190aV35GVCKwRR2oc17y9oojk7nn3sB84ve_4M7tVOqmcuvGa64LXN0dAh6z1iKs12hu0WOQx17D7UrkX9i8Pw/s1600/The-Walking-Dead-S4-2014-Carlost.net-004.jpgLa presentación de “Inmates”, situando la acción en la batalla final entre Rick y El Gobernador, deja claro que este episodio, el segundo tras el parón invernal, se va a centrar de nuevo en las andanzas de los protagonistas tras la caída de la prisión. Y si la semana pasada asistimos a la lucha por la supervivencia de Rick y Carl por un lado, y Michonne por otro, en esta ocasión hemos contemplado un episodio coral, en el que se han producido reencuentros, emociones, desesperación y alguna que otra sorpresa.



La escena inicial, previa a los títulos de crédito, contiene como de costumbre, infinidad de matices y lecturas: Daryl y Beth huyendo por los bosques, en medio de una vegetación frondosa, verde y llena de vida, con los arbustos rebosantes de frutos, como si la naturaleza se hubiera seguido desarrollando en plenitud, ajena al caos en que el Planeta se ha convertido. Irónicamente, la voz en off de Beth relata la escritura de su diario, nos habla de la prisión, y del lugar seguro que espera haber encontrado para ella y los suyos, cuando en realidad el refugio se ha desmoronado y solo les queda correr hasta caer extenuados en mitad de la nada, sin protección, mientras una bandada de buitres sobrevuela sus cabezas. Los walkers aparecen retratados en esta primera escena de manera magistral, ralentizados, difuminados e indefinidos entre la maleza, lográndose un efecto aterrador.

Por la noche, ella se muestra positiva, determinada a continuar, mientras Daryl parece estar ya totalmente desesperanzado, mirando a la hoguera sin despegar los labios. Al amanecer encuentran signos de lucha entre humanos y caminantes, algo que Beth interpreta como un signo de esperanza, mientras él da por hecho que seguramente los caminantes habrán acabado con el resto de supervivientes del grupo. Macarra hasta el final, no duda en lanzar a la chica un puyazo, mencionando a Hershel, cuando ésta le anima a tener fe. No obstante, en las dos siguientes escenas tenemos ocasión de contemplar al Daryl que todos queremos, ofreciendo a Beth el pañuelo para guardar las bayas, y arrojándose a luchar con sus propias manos contra el muerto viviente que ataca a la joven, al darse cuenta de que es imposible disparar una flecha sin riesgo de herirla. Sobre este caminante comentaré un detalle en breve.

En la vía del tren aparecen más walkers dándose un festín sobre restos humanos, encorvados como verdaderas alimañas, y Beth rompe a llorar ante la visión de la bota de un niño. Todo desolador hasta el momento, si bien la siguiente escena nos arrancará una sonrisa, al comprobar que Judith no murió en el episodio 4x08, sino que fue rescatada por Tyresse, que forma equipo junto a la pequeña, y las hermanas Lizzie y Mika. Muy bien retratados una vez más los caracteres, con Mika aterrada, pero tratando de sobreponerse y de estar a la altura ante la situación, Tyresse ejerciendo de jefazo por fin, y Lizzie apuntando a psicópata una vez más. Impagable su gesto mientras sostiene a Judith, se pueden leer sus pensamientos, y lo sencillo que le resultaría acabar con la amenaza que supone el continuado y sonoro llanto del bebé.

Al escuchar unos gritos, Ty tomará la decisión de dejar a las tres niñas en el bosque, para correr hacia las vías pensando encontrar a algún conocido, y allí da con un padre y su hijo, que luchan, con muy mala fortuna, contra los zombies. Y éste es uno de esos momentos incomprensibles en una serie de tanta calidad como The Walking Dead, pues el padre, el hombre herido al que dejan vivo, es el mismo sujeto que hemos visto en las primeras escenas del episodio, atacando a Daryl y a Beth. Podemos pensar que los guionistas han querido jugar con los tiempos al estilo Tarantino, y que nos quieren dar a entender que esta escena tuvo lugar antes: Ese hombre queda herido de muerte, avisa de un lugar seguro siguiendo las vías, y ya zombieficado se cruza con Daryl y la hija menor de Hershel, pero no me vale. Si es así, me parece una veleidad que no viene a cuento, y que tenemos que suponer nosotros sin que se nos de una sola pista. Y si no, pues es un error bien gordo, y no es el primero.

En todo caso, esta escena será recordada por la reaparición de Carol, hada madrina para Lizzie y Mika, y un personaje mucho más importante de lo que parece, con su aspecto endurecido, su porte guerrillero, y una magistral lección interpretativa en su mirada cuando Tyresse la abraza. Sabe que tendrá que lidiar con un grave problema cuando el grandullón del martillo exija respuestas, y a la vez intuye que antes o después se cruzará de nuevo con los integrantes de un grupo que la condenó y abandonó a su suerte sin tener absoluta certeza de lo que ocurrió con aquellas latas de gasolina.

Dejamos a este grupo en busca de esa tierra prometida que anuncia un cartel, y encontramos a Sasha, Bob y Maggie. El hombre aparece animado y optimista, con intención de redimirse tras los errores que su afición al alcohol le llevó a cometer, Sasha trata de aportar ese punto de sentido común que tiende a aburrir al espectador, y Maggie, obstinada en encontrar a Glenn, esté vivo, muerto, o la tercera opción, nos regalará unos momentos taquicárdicos en el autobús, llenos de tensión, con matanza de walkers que recuerda a la célebre escena de Sofía en el granero dos años atrás.

Glenn, por su parte, tuvo la suerte de caer inconsciente en una cornisa en la prisión, y logra salvar la vida tras recoger a Tara, una de las dos mujeres que confiaron en Philip, que está abatida y atormentada por el remordimiento. Curioso el detalle de la foto de Maggie en una de las celdas, un momento onírico, que no sabemos si ocurre en la realidad, o en la mente del coreano.

Un muy buen capítulo una vez más, solo lastrado por el gazapo indicado, en una temporada que ha ido de menos a más, en la que se han presentado ya nuevas situaciones y escenarios que sin duda acapararán el metraje de los siguientes episodios, y un elenco de personajes que aporta la posibilidad de prescindir de los principales protagonistas sin perder el interés.

Y para los fans del cómic, el final con la irrupción de Abraham, Rosita y Eugene, que aumentarán sin duda el atractivo de la serie.La presentación de “Inmates”, situando la acción en la batalla final entre Rick y El Gobernador, deja claro que este episodio, el segundo tras el parón invernal, se va a centrar de nuevo en las andanzas de los protagonistas tras la caída de la prisión. Y si la semana pasada asistimos a la lucha por la supervivencia de Rick y Carl por un lado, y Michonne por otro, en esta ocasión hemos contemplado un episodio coral, en el que se han producido reencuentros, emociones, desesperación y alguna que otra sorpresa.



La escena inicial, previa a los títulos de crédito, contiene como de costumbre, infinidad de matices y lecturas: Daryl y Beth huyendo por los bosques, en medio de una vegetación frondosa, verde y llena de vida, con los arbustos rebosantes de frutos, como si la naturaleza se hubiera seguido desarrollando en plenitud, ajena al caos en que el Planeta se ha convertido. Irónicamente, la voz en off de Beth relata la escritura de su diario, nos habla de la prisión, y del lugar seguro que espera haber encontrado para ella y los suyos, cuando en realidad el refugio se ha desmoronado y solo les queda correr hasta caer extenuados en mitad de la nada, sin protección, mientras una bandada de buitres sobrevuela sus cabezas. Los walkers aparecen retratados en esta primera escena de manera magistral, ralentizados, difuminados e indefinidos entre la maleza, lográndose un efecto aterrador.

Por la noche, ella se muestra positiva, determinada a continuar, mientras Daryl parece estar ya totalmente desesperanzado, mirando a la hoguera sin despegar los labios. Al amanecer encuentran signos de lucha entre humanos y caminantes, algo que Beth interpreta como un signo de esperanza, mientras él da por hecho que seguramente los caminantes habrán acabado con el resto de supervivientes del grupo. Macarra hasta el final, no duda en lanzar a la chica un puyazo, mencionando a Hershel, cuando ésta le anima a tener fe. No obstante, en las dos siguientes escenas tenemos ocasión de contemplar al Daryl que todos queremos, ofreciendo a Beth el pañuelo para guardar las bayas, y arrojándose a luchar con sus propias manos contra el muerto viviente que ataca a la joven, al darse cuenta de que es imposible disparar una flecha sin riesgo de herirla. Sobre este caminante comentaré un detalle en breve.

En la vía del tren aparecen más walkers dándose un festín sobre restos humanos, encorvados como verdaderas alimañas, y Beth rompe a llorar ante la visión de la bota de un niño. Todo desolador hasta el momento, si bien la siguiente escena nos arrancará una sonrisa, al comprobar que Judith no murió en el episodio 4x08, sino que fue rescatada por Tyresse, que forma equipo junto a la pequeña, y las hermanas Lizzie y Mika. Muy bien retratados una vez más los caracteres, con Mika aterrada, pero tratando de sobreponerse y de estar a la altura ante la situación, Tyresse ejerciendo de jefazo por fin, y Lizzie apuntando a psicópata una vez más. Impagable su gesto mientras sostiene a Judith, se pueden leer sus pensamientos, y lo sencillo que le resultaría acabar con la amenaza que supone el continuado y sonoro llanto del bebé.

Al escuchar unos gritos, Ty tomará la decisión de dejar a las tres niñas en el bosque, para correr hacia las vías pensando encontrar a algún conocido, y allí da con un padre y su hijo, que luchan, con muy mala fortuna, contra los zombies. Y éste es uno de esos momentos incomprensibles en una serie de tanta calidad como The Walking Dead, pues el padre, el hombre herido al que dejan vivo, es el mismo sujeto que hemos visto en las primeras escenas del episodio, atacando a Daryl y a Beth. Podemos pensar que los guionistas han querido jugar con los tiempos al estilo Tarantino, y que nos quieren dar a entender que esta escena tuvo lugar antes: Ese hombre queda herido de muerte, avisa de un lugar seguro siguiendo las vías, y ya zombieficado se cruza con Daryl y la hija menor de Hershel, pero no me vale. Si es así, me parece una veleidad que no viene a cuento, y que tenemos que suponer nosotros sin que se nos de una sola pista. Y si no, pues es un error bien gordo, y no es el primero.

En todo caso, esta escena será recordada por la reaparición de Carol, hada madrina para Lizzie y Mika, y un personaje mucho más importante de lo que parece, con su aspecto endurecido, su porte guerrillero, y una magistral lección interpretativa en su mirada cuando Tyresse la abraza. Sabe que tendrá que lidiar con un grave problema cuando el grandullón del martillo exija respuestas, y a la vez intuye que antes o después se cruzará de nuevo con los integrantes de un grupo que la condenó y abandonó a su suerte sin tener absoluta certeza de lo que ocurrió con aquellas latas de gasolina.

Dejamos a este grupo en busca de esa tierra prometida que anuncia un cartel, y encontramos a Sasha, Bob y Maggie. El hombre aparece animado y optimista, con intención de redimirse tras los errores que su afición al alcohol le llevó a cometer, Sasha trata de aportar ese punto de sentido común que tiende a aburrir al espectador, y Maggie, obstinada en encontrar a Glenn, esté vivo, muerto, o la tercera opción, nos regalará unos momentos taquicárdicos en el autobús, llenos de tensión, con matanza de walkers que recuerda a la célebre escena de Sofía en el granero dos años atrás.

Glenn, por su parte, tuvo la suerte de caer inconsciente en una cornisa en la prisión, y logra salvar la vida tras recoger a Tara, una de las dos mujeres que confiaron en Philip, que está abatida y atormentada por el remordimiento. Curioso el detalle de la foto de Maggie en una de las celdas, un momento onírico, que no sabemos si ocurre en la realidad, o en la mente del coreano.

Un muy buen capítulo una vez más, solo lastrado por el gazapo indicado, en una temporada que ha ido de menos a más, en la que se han presentado ya nuevas situaciones y escenarios que sin duda acapararán el metraje de los siguientes episodios, y un elenco de personajes que aporta la posibilidad de prescindir de los principales protagonistas sin perder el interés.

Y para los fans del cómic, el final con la irrupción de Abraham, Rosita y Eugene, que aumentarán sin duda el atractivo de la serie.La presentación de “Inmates”, situando la acción en la batalla final entre Rick y El Gobernador, deja claro que este episodio, el segundo tras el parón invernal, se va a centrar de nuevo en las andanzas de los protagonistas tras la caída de la prisión. Y si la semana pasada asistimos a la lucha por la supervivencia de Rick y Carl por un lado, y Michonne por otro, en esta ocasión hemos contemplado un episodio coral, en el que se han producido reencuentros, emociones, desesperación y alguna que otra sorpresa.



La escena inicial, previa a los títulos de crédito, contiene como de costumbre, infinidad de matices y lecturas: Daryl y Beth huyendo por los bosques, en medio de una vegetación frondosa, verde y llena de vida, con los arbustos rebosantes de frutos, como si la naturaleza se hubiera seguido desarrollando en plenitud, ajena al caos en que el Planeta se ha convertido. Irónicamente, la voz en off de Beth relata la escritura de su diario, nos habla de la prisión, y del lugar seguro que espera haber encontrado para ella y los suyos, cuando en realidad el refugio se ha desmoronado y solo les queda correr hasta caer extenuados en mitad de la nada, sin protección, mientras una bandada de buitres sobrevuela sus cabezas. Los walkers aparecen retratados en esta primera escena de manera magistral, ralentizados, difuminados e indefinidos entre la maleza, lográndose un efecto aterrador.

Por la noche, ella se muestra positiva, determinada a continuar, mientras Daryl parece estar ya totalmente desesperanzado, mirando a la hoguera sin despegar los labios. Al amanecer encuentran signos de lucha entre humanos y caminantes, algo que Beth interpreta como un signo de esperanza, mientras él da por hecho que seguramente los caminantes habrán acabado con el resto de supervivientes del grupo. Macarra hasta el final, no duda en lanzar a la chica un puyazo, mencionando a Hershel, cuando ésta le anima a tener fe. No obstante, en las dos siguientes escenas tenemos ocasión de contemplar al Daryl que todos queremos, ofreciendo a Beth el pañuelo para guardar las bayas, y arrojándose a luchar con sus propias manos contra el muerto viviente que ataca a la joven, al darse cuenta de que es imposible disparar una flecha sin riesgo de herirla. Sobre este caminante comentaré un detalle en breve.

En la vía del tren aparecen más walkers dándose un festín sobre restos humanos, encorvados como verdaderas alimañas, y Beth rompe a llorar ante la visión de la bota de un niño. Todo desolador hasta el momento, si bien la siguiente escena nos arrancará una sonrisa, al comprobar que Judith no murió en el episodio 4x08, sino que fue rescatada por Tyresse, que forma equipo junto a la pequeña, y las hermanas Lizzie y Mika. Muy bien retratados una vez más los caracteres, con Mika aterrada, pero tratando de sobreponerse y de estar a la altura ante la situación, Tyresse ejerciendo de jefazo por fin, y Lizzie apuntando a psicópata una vez más. Impagable su gesto mientras sostiene a Judith, se pueden leer sus pensamientos, y lo sencillo que le resultaría acabar con la amenaza que supone el continuado y sonoro llanto del bebé.

Al escuchar unos gritos, Ty tomará la decisión de dejar a las tres niñas en el bosque, para correr hacia las vías pensando encontrar a algún conocido, y allí da con un padre y su hijo, que luchan, con muy mala fortuna, contra los zombies. Y éste es uno de esos momentos incomprensibles en una serie de tanta calidad como The Walking Dead, pues el padre, el hombre herido al que dejan vivo, es el mismo sujeto que hemos visto en las primeras escenas del episodio, atacando a Daryl y a Beth. Podemos pensar que los guionistas han querido jugar con los tiempos al estilo Tarantino, y que nos quieren dar a entender que esta escena tuvo lugar antes: Ese hombre queda herido de muerte, avisa de un lugar seguro siguiendo las vías, y ya zombieficado se cruza con Daryl y la hija menor de Hershel, pero no me vale. Si es así, me parece una veleidad que no viene a cuento, y que tenemos que suponer nosotros sin que se nos de una sola pista. Y si no, pues es un error bien gordo, y no es el primero.

En todo caso, esta escena será recordada por la reaparición de Carol, hada madrina para Lizzie y Mika, y un personaje mucho más importante de lo que parece, con su aspecto endurecido, su porte guerrillero, y una magistral lección interpretativa en su mirada cuando Tyresse la abraza. Sabe que tendrá que lidiar con un grave problema cuando el grandullón del martillo exija respuestas, y a la vez intuye que antes o después se cruzará de nuevo con los integrantes de un grupo que la condenó y abandonó a su suerte sin tener absoluta certeza de lo que ocurrió con aquellas latas de gasolina.

Dejamos a este grupo en busca de esa tierra prometida que anuncia un cartel, y encontramos a Sasha, Bob y Maggie. El hombre aparece animado y optimista, con intención de redimirse tras los errores que su afición al alcohol le llevó a cometer, Sasha trata de aportar ese punto de sentido común que tiende a aburrir al espectador, y Maggie, obstinada en encontrar a Glenn, esté vivo, muerto, o la tercera opción, nos regalará unos momentos taquicárdicos en el autobús, llenos de tensión, con matanza de walkers que recuerda a la célebre escena de Sofía en el granero dos años atrás.

Glenn, por su parte, tuvo la suerte de caer inconsciente en una cornisa en la prisión, y logra salvar la vida tras recoger a Tara, una de las dos mujeres que confiaron en Philip, que está abatida y atormentada por el remordimiento. Curioso el detalle de la foto de Maggie en una de las celdas, un momento onírico, que no sabemos si ocurre en la realidad, o en la mente del coreano.

Un muy buen capítulo una vez más, solo lastrado por el gazapo indicado, en una temporada que ha ido de menos a más, en la que se han presentado ya nuevas situaciones y escenarios que sin duda acapararán el metraje de los siguientes episodios, y un elenco de personajes que aporta la posibilidad de prescindir de los principales protagonistas sin perder el interés.

Y para los fans del cómic, el final con la irrupción de Abraham, Rosita y Eugene, que aumentarán sin duda el atractivo de la serie.

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